martes, 8 de febrero de 2011

Segundas oportunidades

Hay un dicho popular que afirma “las segundas partes nunca son buenas”. Y tengo que decir que, exceptuando algunas películas que para mí tuvieron muy buenas segundas partes, concuerdo bastante con esta apreciación. Sobre todo después de los últimos reencuentros que tuve con hombres de mi pasado. Hoy voy a contarles dos historias en particular: Sebastián y Félix.

A Sebastián ni le cambio el nombre porque ya todas saben de quién estamos hablando... y más después de que haberle estado sacando el cuero toda la noche en mi cumpleaños, jaja. A este chico me lo quiso presentar una amiga hace como 3 años y medio. Ella pensó que haríamos buena pareja porque era justo de ese tipo de hombres que a mí me gusta, inquieto, divertido y muy interesante. Un día mi amiga arregló una cita doble donde él tenía que llevar a un amigo también, pero a último momento algo le pasó a este amigo y no pudo ir. Entonces salimos los otros tres. Consejo: NUNCA hagan esto… Fue una de las peores citas que recuerdo, ya que encima de que soy bastante tímida y me cuesta abrirme, no ayuda el hecho de salir con otras dos personas que fueron juntas a la universidad y que hablan de cosas y gente que sólo ellos conocen. No es que haya sido mala onda de ninguno de los dos, sólo que si yo no hablaba mucho terminaban hablando entre ellos. O sea… un embole y totalmente infructuoso. Sebastián nunca atinó ni a llamarme para volver a salir, pero eso era más que esperable. Y así fue que pasaron los años y nuevamente otro amigo en común me dijo: “tengo a alguien para presentarte!”. Y adivinen qué... Era Sebastián. Entonces tomándolo como una señal del destino pensé: qué loco, ya es la segunda persona que piensa en él para mí, esto debe ser algo muy bueno. Él creyó que a mí no me había quedado muy buen concepto suyo, pero la verdad es que me pareció lógico que nunca me llamara ya que no me alcanzó a conocer nada aquella primera vez, y lo poco que yo recordaba de él me resultaba bastante intrigante como para querer conocerlo más.
Sin perder tiempo me invitó a salir y para mi sorpresa aún recordaba mi dirección, entre otras muchas cosas mías. Esa primera salida fue genial, la recuerdo como una de las mejores primeras citas que tuve en mi vida. Charlamos muchísimo y teníamos un montón de cosas en común, y esta vez sí pudo conocer mejor a la verdadera Tiana.

Al día siguiente el amigo en común, Leo, nos preguntó a los dos cómo la habíamos pasado y se sorprendió al ver que los dos contestamos que había sido todo fantástico y que teníamos ganas de volver a vernos pronto. Durante una semana nos vimos varias veces y a mí me gustaba cada vez más. El tema es que yo no veía señales digamos “románticas” de su parte que me hicieran diferenciar si la cosa venía sólo de amigos o de algo más… Eso fue hasta que vino a mi casa un viernes a la noche y estando sentados en el sillón viendo una película de repente me abrazó y al rato nos estábamos besando como dos adolescentes. Me propuso que fuéramos a mi habitación y yo, de inocente y medio estúpida, no supe decir que no. El tema es que yo ni ahí quería que llegáramos a cuarta base, pero él parece que venía dispuesto a todo! Y que no sabía entender cuando una mujer dice que “NO”.  Tal vez estaba acostumbrado a otro tipo de mujeres, pero ésta no se acuesta con un tipo que conoce desde hace sólo una semana por mucho que le encante. El resto de la noche fue una lucha constante por sacarme de encima sus manos que andaban por todos lados, como un pulpo…  Cada dos segundos era yo diciendo “no, no, no… ”, y él que parecía sordo “dale, dale, dale…”. Un suplicio, no veía la hora de que se fuera!!! Fue una experiencia desagradable, pero esa no fue la peor parte de todas. Yo entendí que no tenía que meter tipos en mi casa (y mucho menos en mi habitación!!!) sin conocerlos lo suficiente, porque para ellos esa invitación es sinónimo de que van a venir a tener sexo. Una lección que creí asimilar en ese momento, pero que como verán más adelante no quedó muy arraigada… Jajaja. Bueno, sí, ya sé que les va a parecer medio obvio lo que estoy diciendo, pero como dicen en el fútbol "con el diario del lunes..." (y no sé bien cómo termina el dicho, pero se entiende, no?). Les decía que eso no fue lo peor porque dentro de todo yo asumí mi responsabilidad y me hice cargo de que le había dado las señales equivocadas y que probablemente cualquier tipo en su lugar hubiera intentado lo mismo. Y como todavía me interesaba conocerlo decidí tratar de superar ese mal momento y seguir adelante. El señor se borró como por cuatro días y yo ya pensé “listo, éste no vuelve más”. Hasta que reapareció y me dijo que nos viéramos de nuevo. Esa vez no pudimos hablar nada de lo sucedido, que a mi me hubiera gustado aclarar un poco. Luego él tenía que viajar y yo también me iba por  un fin de semana, así que pasaron como otros diez días hasta que nos vimos de nuevo. Él no daba señales de vida y yo de puro tierna y boba le escribí un mensajito preguntándole cómo iba todo, pero no tuve respuesta. Al menos hasta tres días después en que contestó como si nada “todo bien, muy lindo el viaje, no te contesté antes porque recién me volvió el crédito…”. What??? Ahí pensé “éste es un pendejo”, está bien que era un año menor que yo, pero igual somos grandes! Qué adulto responsable anda sin crédito en el celular y ni siquiera es capaz de pedirle a su amigo el teléfono para responder un simple mensajito??? Si te interesa lo hacés! O no, chicas? Patético… Puede ser todo lo genial que quiera, pero yo no tengo ganas de salir con un flaco que no me va a escribir ni un mensaje de puro rata, incapaz de cargarle crédito al celular y más estando de viaje.
Pero eso, señoras, tampoco fue lo peor…! Lo peor fue cuando vino a verme una tarde a la vuelta de ese viaje y después de un rato largo de estar charlando me dijo muy abiertamente “Mirá, yo te quiero decir que ando en cualquiera”. Qué qué???? Y sí, que entre el viaje y el bar donde trabajaba… Hacía lo que pintaba, cuando pintaba y con quien pintaba.
“Cualquiera”, tal y como él lo puso. Sabés qué, ahorrame la información… No quería escucharlo más, casi le pido que se vaya inmediatamente y desaparezca de mi vista! Encima el caradura pretendía que nos siguiéramos viendo, que él la pasaba muy bien conmigo, etc., etc. Yo le dije que mejor no, a esa altura tenía literalmente náuseas de escuchar lo que me decía. Tan frontal, haciéndose el sincero, como para que después una no diga que no le avisaron. Él se sentía realizado y pensó que era algo muy maduro venir de frente a contarme todo, pero para mí, qué quieren que les diga, fue de mal gusto. Me cacho en la honestidad brutal... Si vas a andar en cualquiera ni empieces por invitarme a salir! Parece que nunca me tomó muy en serio, pero al menos se dio cuenta de que yo no era una mina para joder, si no tal vez ni me decía nada y yo seguía entrando en el juego.
Finalmente se fue y por suerte no tuve que cruzármelo nunca más. Fue bastante decepcionante, otro sapo menos. Una pena, porque habían pasado más de tres años desde la primera vez y él no había crecido para nada. Yo por suerte creo que sí, aunque todavía me sigo equivocando. Pero la historia de Félix, otro reencuentro, se las cuento la próxima, si no me retan porque escribo unos posts muy largos… Jajaja.

Hasta muy prontito.

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