No sé si fue la globalización, la televisión, internet o qué extraña razón, pero las mujeres de nuestra generación no nacimos para vivir adentro de un foco. Repaso mentalmente a todas las maravillosas mujeres que considero mis amigas y no se me ocurre ni una que no tenga sus propios intereses, objetivos, ilusiones, llámenle como quieran. Todo eso que hace a su personalidad, con todas las letras. Es que todas estamos madurando y nos vamos definiendo como verdaderas mujeres, de las completas, de las de hoy, con todos esos condimentos que le van poniendo sabor a la vida. La independencia, el tener tu propio sueldo (y gastártelo todo si querés en zapatos!!!), el avanzar en tu carrera y dedicarte a tus intereses culturales, aunque después no puedas comentar con ningún tipo esa última película belga que viste en el cine… Pero si a vos te gusta, perfecto! No dejes de hacer esas cosas que te entusiasman y que sentís que te hacen crecer intelectualmente. Los hombres pueden ser muy básicos en este sentido, pero no por eso insto a ninguna de ustedes a reducir su universo para igualar el de ellos. NO!!! El que no sepa comprendernos se la pierde, y si no lo comparte siempre encontrarás alguna aliada que te acompañe a esas salidas alternativas. Tampoco hace falta compartirlo todo, es más, es sano que conserves esos gustitos propios que te hacen única y especial.
Hace tiempo salí con Javier, un chico con el que la verdad no tenía nada, pero nada en común. Era divertido, sí, y accedí a salir con él más de una vez porque me hacía reír. Y sobre todo porque me tenía en un pedestal, jaja (y sí, a quién no le hace falta que le suban el ego de vez en cuando). Es que él estaba asombrado de la cantidad de cosas que yo era capaz de hacer y de todo lo que sabía sobre el mundo en general. Recuerdo que un día jugando me empezó a hacer preguntas sobre distintos temas, como abogacía, contabilidad, etc., y a todas las pude responder, eso que lo mío son las ciencias naturales. Bueno, convengamos que me hizo preguntas bastante básicas, y claro, él había pasado como por tres carreras distintas y en ese momento no estaba ni trabajando ni haciendo nada en concreto. Entonces cómo no me iba a considerar una super-mujer! El tema es que terminé por aburrirme y como él me seguía llamando para invitarme a salir un día tuve que poner el freno y decirle que todo bien pero que no quería más. El tipo no tuvo respuesta más rápida que un “ah, sí, yo te iba a decir lo mismo…”. Y bueno, qué iba a hacer yo al lado de un tipo sin perspectivas de futuro y con una personalidad más chata que pecho de bailarina! Con lo que amo yo el cine, el teatro, la música... Ni siquiera me podía imaginar tocándole un pelo!
Otro que me sorprendió fue Martín, un chico que conocí una de las tantas noches bizarras compartidas con mi amiga Laura. De esas historias hay varias para contar, pero ese día en concreto terminamos en un karaoke de una ciudad cercana, a una hora de casa aproximadamente. Martín manejaba un BMW que nosotras saludamos por la calle, simplemente jugando y desatadas por estar en un lugar donde nadie nos conocía. Bueno, hasta ese día, que dejamos nuestra marca en el bar cantando temas como “Desesperada” o “Me haces tanto bien”, con acento gallego y todo. Terminamos yendo al karaoke en el BMW con Martín y sus amigos y tomamos toda la noche champagne, que fue la rápida y astuta respuesta de Laura al “¿que quieren tomar, chicas?”. Jajaja! Me acuerdo y me río sola… Se ve que el desenfado le quedó gustando a Martín, que días después me llamó diciendo que estaba en mi ciudad y me invitaba a cenar. Entonces le pregunté a Laura cuál era el restaurante más caro que conocía, jaja... Bueno, no fuimos tampoco al más caro pero sí a uno muy lindo. Como el BMW estaba en el taller tuvo que venir en el Mercedes de papi. Y sí… Al principio yo estaba deslumbrada, pero terminó siendo la salida más aburrida que tuve jamás! Imaginense que el sumum de la conversación, después de que yo le hablara de mi viaje por Europa y cuanta cosa se me ocurrió para llenar el tiempo, fue cuando él me dijo “A mí me encanta leer”. “Ah, sí?” respondí yo. “Y qué leés?”. “El diario…” . Sí, creanlo. Eso fue lo más interesante que dijo en toda la noche. Y yo que pensé que me iba a hablar de filosofía o poesía… Decepción total. Mucho autito, mucha plata, pero cero cultura. Ni música escuchaba! Y saben qué fue lo más sorprendente de todo? Que me siguió llamando para invitarme a salir! Yo no lo podía creer… A ver, flaco, si no tenemos ni de qué hablar! Por favor, yo no me imaginaba otra salida como esa ni loca. Con lo que me cuesta a mí hablar… Las que me conocen sabrán el esfuerzo sobrehumano que implicó para mí llevar la conversación de esa noche interminable. Y después de lo del diario no veía la hora de llegar a mi casa…
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Si tenés en tu haber anécdotas de tipos como estos no dudes en compartirlas, que acá estamos todas para reírnos juntas.
Martín y Javier, dos sapitos menos. Tachados de la lista, jaja. Menos mal que a ninguno lo tuve que besar para darme cuenta de que no eran príncipes…